ON THE EDGE III: EL PACTO SOCIAL
Efectivamente, la política se ha convertido en la junta de vecinos de «Aquí no hay quien viva´´. Por desgracia los asuntos realmente importantes y en los que todo gobierno debería de colaborar para asegurar un futuro han sido vendidos al peor postor: Pensar únicamente en el corto plazo y en los votos. Esta no es una guerra que se vaya a ganar sin que todos los actores sociales estén a la altura.
La actual pandemia va a dejar grandes brechas que van a condicionar a varias generaciones a la hora de encontrar empleo, emprender y formar una familia. Estamos ante una situación sin precedente en la cual necesitaremos todos los medios disponibles para salir adelante.
Una de las oportunidades que se abren en el horizonte es la industria 4.0, el nuevo capitalismo y la responsabilidad social que se está exigiendo a las empresas en post de un futuro mejor. Todas ellas van a ser decisivas para resurgir de esta situación y dotar a la economía de fuerzas renovadas y estamos de acuerdo en que sin ellas las posibilidades se ven muy reducidas.
Por otro lado, hay un tercer factor que incide sobre las posibilidades de sacar adelante esta situación: los gobiernos. Con el auge de la responsabilidad social y medioambiental corporativas se plantea la duda de si realmente los gobiernos están a la altura de asumir estas responsabilidades y dejar de focalizarse en sus votos y en su poder.
Necesitamos más que nunca gobiernos preocupados por sus ciudadanos, por el desarrollo de su sociedad, de su educación y, como toda gran empresa, deben empezar a vislumbrar el futuro y guiar a los países que gobiernan hacia el cambio. Para todo ello necesitan consensos, necesitan puntos comunes y sobre todo necesitan asumir la responsabilidad civil que están asumiendo las empresas.
Es en estos momentos donde se aprecia la importancia de que todo partido político y toda persona que quiera dedicar su vida a servir a los ciudadanos debe tener una visión común en la que el trabajo, la educación y el emprendimiento sean pilares inamovibles donde encontrar espacios de consenso, cueste el tiempo que cueste e invirtiendo los recursos que sean necesarios.
A menudo escuchamos como las generaciones que ahora llegamos tenemos la responsabilidad de ser empáticos, de pensar en un bien común, de obrar como nos gustaría que los demás obrasen, pero ¿Qué ejemplo estamos recibiendo? ¿Cómo se nos puede pedir que hagamos todo esto desde una posición tan distante a los valores exigidos?
Estoy de acuerdo y deseo que mi generación, y las demás que nos prosiguen, actúen de este modo, pero no comparto este modo de salir del paso dejando la responsabilidad en manos de aquellos que todavía tenemos tanto que aprender, que nuestro trabajo se valora monetariamente con 1/3 de lo que se valora el de quien deja toda la responsabilidad en nuestras manos.
A modo de conclusión quiero destacar que este consenso está en manos de TODOS los agentes que intervienen, jóvenes y no tan jóvenes, empresarios y políticos, personas de partido y personas de pensamientos. Y es que los extremos surgen para aprovechar las brechas que el no consenso genera, el enfrentamiento surge donde la comunicación pasa a un segundo plano, donde lo único importante es tener un discurso y no escuchar el de los demás.
Esta última reflexión es una lección que recibimos por parte de un gran profesor, que tras presentar un trabajo nos hizo ver cómo la gente desconectaba, no le importaba lo que los demás decían por que ya habían soltado su rollo. Dejemos de salir del paso con discursos cargados de razón y empecemos a comunicarnos y a fijar objetivos, y los que no estén dispuestos que recojan sus cuchillos y dejen paso a los que quieren aportar valor.